viernes, 22 de agosto de 2008

El amor a las flores


En el regazo fríodel remanso escondido en la floresta,feliz abandonabasu hermosa desnudez el amor míoen la hora calurosa de la siesta.El agua que temblabaal sentirla en su seno, la ceñíacon voluptuoso abrazo y la besaba,y a su contacto de placer gemíacon arrullo, tan suave y deleitoso,como el del labio virginal opresopor el pérfido labio del esposoal contacto nupcial del primer beso.
La onda ligera esparcía, jugando,la cascada gentil de su cabello,que luego en rizos de ébano flotandobajaba por su cuello;y cual ruedan las gotas de rocíoen los tersos botones de las rosas,por el seno desnudo así rodabanlas gotas temblorosas.Tesoro del amor el más preciosoeran aquellas perlas;¡cuánto no diera el labio codiciosotrémulo de placer por recogerlas!¡Cuál destacaba su marfil turgenteen la onda semi-oscura y transparente,aquel seno bellísimo de diosa!¡Así del cisne la nevada plumaen el turbio cristal de la corriente,así deslumbradora y esplendenteVenus rasgando la marina espuma!
Después, en el tranquiloagreste cenador, discreto asilodel íntimo festín, lánguidamentesobre mí descansaba, cariñosa,la desmayada frente,en suave palidez ya convertidala color que antes fuera deliciosa,leve matiz de nacarada rosaque la lluvia mojó… Mudos los labios,de amor estaban al acento blando.¿Para qué la palabra si las almasestaban en los ojos adorando?Si el férvido latidoque el albo seno palpitar hacíadecíale al corazón lo que tan sólo,ebrio de dicha, el corazón oía…!
Salimos, y la luna vagamenteblanqueaba ya el espacio.Perdidas en el éter transparentecomo pálidas chispas de topaciolas estrellas brillaban… las estrellasque yo querido habríapara formar con ellasuna corona a la adorada mía…En mi hombro su cabeza, y silenciososporque idioma no tienen los dichosos,nos miraban pasar, estremecidas,las encinas del bosque, en donde apenaslánguidamente suspiraba el viento,como en las horas del amor serenasdulce suspira el corazón contento.
Ardiente en mi mejilla de su alientosentía el soplo suavísimo, y sus ojosmuy cerca de mis ojos, y tan cercami ávido labio de sus labios rojos,que, rauda y palpitantemariposa de amor, el alma loca,en las alas de un beso fugitivofue a posarse en el cáliz de su boca…
¿Por qué la luna se ocultó un instantey de los viejos árboles caíauna sombra nupcial agonizante?El astro con sus ojos de diamantea través del follaje ¿qué veía…?
Todo callaba en derredor, discreto.