martes, 10 de junio de 2008

Bella flor que eres un regalo de la creación.Tú seras quien me haga sonreir, tambien llorar. En algunos momentos mi dolor calmaras ...

Todas las flores cuentan con un lenguaje propio,y con cada una de ellas podemos transmitir un mensaje diferente. Desde la antigüedad, las flores han sido una noble vía para dar a conocer y transmitir sentimientos. El lenguaje de las flores tiene sus orígenes en Oriente y se ha transmitido de generación en generación y de cultura en cultura, pasando por el Antiguo Egipto, la Edad Media, el Renacimiento, hasta llegar al Romanticismo, época ésta en que tuvo su máximo apogeo.

En el Romanticismo, este recurso de “hacer hablar a las flores” era un secreto que las madres legaban a sus hijas, para, a través de él, comunicar numerosos sentimientos: vida, belleza, desánimo, muerte, soledad... pero sobre todo amor.
Pero no sólo es importante la flor en sí, sino que, también debemos tener en cuenta el cómo se presenta ese obsequio. Así, si regalamos un ramo de flores en el que el lazo que une a las flores va a la izquierda significa que los sentimientos expresados se refieren al remitente, mientras que si va a la derecha, hacen referencia al destinatario.
De esta forma, el color rojo es símbolo de atención, levanta el ánimo y por lo mismo se considera un color apasionado. Por lo que, si buscamos estos efectos, debemos comprar rosas, geranios, bromelias o poinsettias, cuyo color rojo la hace imprescindible en Navidad.
Teniendo en consideración estas raíces históricas, existe un lenguaje popular asociado a las flores y una alternativa para cada ocasión. La rosa roja es sinónimo de amor, la amarilla de amistad, la blanca de miedo, la rosada de indecisión; la camelia blanca de amistad incambiable. Otros ejemplos: la margarita blanca simboliza inocencia y pureza, por lo que está relacionada con la niñez; la gardenia significa alegría; la flor de azahar, castidad; el tulipán, amor desesperado si es de color amarillo y una sutil declaración de amor si es rojo; el clavel significa distinción y nobleza, y el lirio, inocencia, pureza y alegría.

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